1945: Las dos caras de una moneda

Jesús Lara

Una mirada a la realidad geopolítica del año 1945 nos revela de inmediato un punto de quiebre para comprender el nuevo orden mundial y la transición en el sistema político venezolano. En abril se vislumbraría el resonar de los cañones en frente del río Oder -la Alemania Oriental- lo que detonará el fin de la resistencia alemana. El Tercer Reich sucumbiría ante la fuerza de las divisiones rusas[1]. Por su parte, Venezuela jamás volverá a ser la misma, así lo sentencia Manuel Caballero al afirmar que aquel año "...partió en dos la historia venezolana de este siglo [XX] y continuará siendo objeto de polémicas" [2] .

La polémica de octubre tendrá su génesis en abril con las acciones y victorias lideradas por el presidente venezolano. Medina impulsaría una reforma constitucional que consagraría el voto directo de los hombres y mujeres mayores de 21 años. Esta misma reformar incluiría a los alfabetos para la elección de diputados al Congreso. De igual forma, se introdujo ante las instancias del poder legislativo un proyecto de Ley de Elecciones para buscar blindar un sistema con la capacidad de involucrar a las minorías. El escenario parecía evidente, la transición se estaba materializando. Sin embargo, muchos intereses estaban en juego y las reformas no pudieron ser ejecutadas, un golpe de Estado frustró la ruta de Medina, su presidencia y la transición pacífica[3].

Existen dos caras de una misma moneda frente a las justificaciones de lo que eminentemente se consolidó como un golpe de Estado al Presidente constitucional de la República aquel 18 de octubre de 1945. Quienes le llaman "Revolución" afirman que la Constitución no respondía a las necesidades históricas que debían generarse. Quienes denuncian su carácter "maquiavélico"[4] intentan demostrar que, el asunto no era jurídico. El problema no era la Constitución. El problema era político. Tres generaciones en búsqueda de monopolizar la victoria de un año clave para detentar la seductora silla de Miraflores que se dibujaba como una potente herramienta para jugar en el escenario petrolero internacional y la consolidación de un sistema democrático que le abriera las puertas del siglo XX a una Venezuela que apenas asimilaba la muerte de quien por casi tres décadas gobernó la República.

Frente a este dilema surge la duda suspicaz de quien observa la historia con una lupa crítica. ¿Se trata de un problema jurídico?; ¿Realmente la transición de 1945, en Venezuela estuvo sobre la base de intereses nacionales? Diez años han pasado desde la muerte de Juan Vicente Gómez, aquel 17 de diciembre de 1935. El país estaría encaminado a una transición. Dicho proceso no fue asunto casual, ni mucho menos sencillo. Dos gomecistas pasaron por Miraflores hasta la llegada de nuestro polémico golpe de Estado que protagonizaría el Partido Acción Democrática Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios y Luis Beltrán Prieto Figueroa y por los militares agrupados en la Unión Patriótica Militar, el Capitán del Ejército Marcos Pérez Jiménez. Carlos Delgado Chalbaud, Julio César Vargas y Horacio López Conde[5]. Bajo este régimen se abrirá un debate constituyente para dar a luz a un nuevo pacto social. Parecía que la Democracia se presente como el valor que enarbolarían los principales actores políticos de la nación. ¿Estaban preparados los venezolanos de 1945 para el ejercicio de la Democracia? Al observar las condiciones sociales de la Venezuela que empezó a despertar con la muerte de Gómez, los asuntos públicos colocan en la mesa un cuadro critico que pre-condiciona la posibilidad de ejercer satisfactoriamente los derechos políticos. Entre ellos, debemos resaltar las condiciones del sistema educativo y el alto porcentaje de analfabetismo que aún reinaba en la geografía nacional.

Gomecistas sin Gómez, jóvenes militares sin caudillos y partidos políticos emergentes. Tres actores claves para comprender la lucha por el poder que derramó las pasiones aquel 18 de octubre de 1945. Tal y como lo reseña Luis Fernando Castillo Herrera :

El 18 de octubre de 1945, simboliza una ruptura de las estructuras decadentes desprendidas del gomecismo. En tal sentido, la acción guiada por un sector de la milicia apoyada por un minúsculo grupo civil, fue la respuesta al debilitamiento de viejas fórmulas políticas, elecciones indirectas, malestar en las instituciones de la república y fundamentalmente la respuesta de una generación civil y castrense que decidió no retrasar más su entrada al escenario político nacional.[6]

El triunfo de la Democracia liberal tendrá su impacto directo en la conformación de ideas políticas para el destino sistémico de lo que se consolidaría como un Estado de derecho. ¿en qué forma de gobierno desea vivir el venezolano de 1945?; Los líderes de Acción Democrática respondieron por ellos: mayoría parece soñar con un estadio de "Libertad y Democracia". Sin embargo, la Democracia es más que una efímera afirmación. La Democracia como forma de gobierno constituye un ejercicio diario que necesita de demócratas formados. Esa práctica democrática debe ser una preocupación generacional y no simplemente vista como una realidad partidista particular de quien observa la realidad como un árbol, descuidando la importancia del bosque. La ausencia de Democracia en algún espacio de incidencia política, es un latente peligro para la libertad. La ausencia de libertad en algún espacio de la República, es un peligro eminente para la Democracia.

Quizá, los actores descritos tenían un objetivo muy claro: Cobrar el título de "padre de la Democracia" en un contexto estratégicamente ideal para maximizar beneficios y disminuir incertidumbre. Un escenario racionalmente óptimo para quien detenta el poder con profunda vocación. Sin embargo, parece evidente que buscar ese título frente a una sociedad huérfana de demócratas genera suspicacia al momento de analizar el contexto propuesto en estas breves líneas. Quizá Medina fue muy ingenuo al afirmar que, "Tenía y no me duele proclamarlo, la confianza más absoluta inquebrantable en la lealtad acrisolada de los Oficiales del Ejército Nacional"[7]. Quizá, la locura de Diógenes Escalante se presentó como una oportunidad ideal.

Como señalamos al inicio, es menester mostrar las dos caras de una moneda con el ambicioso objetivo de suministrar al lector herramientas para desarrollar una visión crítica frente a las verdades que se pretenden imponer en el contexto discursivo de quienes se interesan por el pasado de Venezuela. Es esta, sin duda, una misión peligrosa. Ese peligro nos enfrenta a un aviso que German Carrera Damas ha desarrollado con tenacidad para advertir de la rigurosa misión que tienen los historiadores. "tantos peligros como corre la verdad en manos del historiador". [8]

[1] CAPRILES, Carlos. Pérez Jiménez y su tiempo, Tomo III. (Primera Edición. Ediciones Bexeller. Caracas, 1987). Pág. 19.

[2] CABALLERO, Manuel. Las Venezuelas del siglo XX. (Editorial Grijalbo/Testimonios. Primera Edición. Caracas. 1988) Pág.79

[3] HERNÁNDEZ, Eladio Transición en Democracia (Venezuela, 1935-1999). (Departamento de publicaciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad Central de Venezuela. Caracas, 2008). Pág. 165.

[4] (1) CAPRILES, Carlos. Pérez Jiménez y su tiempo, Tomo III. (Primera Edición. Ediciones Bexeller. Caracas, 1987). Pág. 21

[5] Ibid., pág. 32

[6] CASTILLO Herrera, Luis Fernando. El heraldo octubrista. Rómulo Betancourt, motivos y objetivos de la revolución de 1945. (Revista Tiempo y Espacio. vol.24 no.61, Caracas, Venezuela, 2014). (En línea) (Disponible en: https://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-94962014000100009) (Última consulta: 6 de junio 2022)

[7] ANGARITA, Isaías. Cuatro años de Democracia. (Pensamiento vivo, Editores, Caracas. p. 161. 1992)

[8] Cita de Andrés Bello contemplada en la portada del texto publicado por Carrera Damas: "Aviso a los historiadores críticos".