El hombre del consenso, Diógenes Escalante

17.10.2021

Alejandro Rodríguez Becerra




El 18 de octubre de 1945, es una de las fechas más polémicas presentes en la historiografía venezolana, ya que, el derrocamiento del General Isaías Medina Angarita, produjo en historiadores como German Carrera Damas (2013), la necesidad de evaluar los cambios políticos, económicos y sociales que permitieron la concreción de los iniciales objetivos del Proyecto Nacional Democrático formulado a la par de la ruptura del nexo colonia, y para otros como Domingo Irwin (2000), si bien representó la conquista del voto universal, secreto y directo, el precio a pagar en términos políticos fue muy alto, porque se rompió con la evolución de la institucionalidad que se venía erigiendo desde 1936. Por su parte, diversos análisis han coincidido en señalar a Diógenes Rafael Escalante Ugarte como una de las figuras más significativas dentro del desarrollo del movimiento insurreccional, debido a las secuelas que ocasionó su aceptación y posterior renuncia como candidato presidencial de consenso.

Escalante nació el 24 de octubre de 1877 en Queniquea, estado Táchira, donde estuvo radicado hasta 1905, cuando es designado a laborar en el Consulado del Reino Unido. Su contexto es el de una Venezuela agroexportadora que se definió por una economía anclada a los precios del café, los hinterland, una sociedad analfabete, amarrada a las costumbres de la religión católica y las supersticiones, así como una realidad política en la que se discutió sobre el modelo de República Liberal a instaurar. Es decir, el ordenamiento de un gobierno representativo que además de tener funciones y poderes limitados, está obligado a proteger los derechos individuales.

Aquel debate tuvo como aderezó unas narrativas positivistas que aseguraban que la entremezclas de razas era un problema y no una virtud, cuestión que arropó la discusión sobre sí organizar la República a partir de una visión conservara del poder político colonial, debido a su eficacia para mantener el orden social con una clase dominante, o desde un reformismo que controlara las luchas por las libertades e igualdades a través de la acentuación del cambio social, en un elemento que vigorizó el caudillismo, y con ello una política donde la guerra engrandece o empequeñece a los individuos (Caballero, 2007a).

Por consiguiente, Escalante entrará a la vida política a la par de la beligerancia caudillista, la cual se robusteció en el estado Táchira en los últimos treinta años del siglo XIX. Su carrera política que inició cuando se alistó en 1899 al ejército liberal amarillo que enfrentó infructuosamente la Revolución Restauradora de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. Lucha en la que intervino bajo las órdenes del General Espíritu Santo Morales, en la derrota que recibieron las fuerzas amarillas en el Páramo del Zumbador de manos de Castro. No obstante, ingresó al aparataje político de los vencedores gracias a su tío, el General Calixto Escalante, quien fue uno de los sesenta hombres que comenzó la insurrección andina con la invasión a Venezuela desde Colombia.

A partir de 1905 su carrera política tomó un camino más sólido. Fecha en la que pasó del resguardando del servicio aduanero en el Puerto de La Guaira, a ser Secretario de la Gobernación de Caracas, posteriormente asignado al Consulado en Reino Unido, más tarde en 1906 fue nombrado Cónsul en Alemania. Su carrera diplomática se vio detenida momentáneamente en diciembre de 1908, al ser destituido de su cargo como resultado de la entrega de los fondos con los que contaba su Consulado al depuesto Presidente Castro, ya que la información de su derrocamiento por parte de Gómez no había llegado a su oficina. En 1913 regresó a la vida política, al ser nombrado director del Nuevo Diario, órgano difusor del gomecismo, cargo al que renunció en 1915, debido al mal estado de salud de su esposa que lo obligó a trasladarse a Suiza, viaje con el que retornó a la vida diplomática y el apoyo económico del gobierno venezolano.

Un elemento importante a tomar en cuenta de las diferentes estadías de Escalante en Europa, es que le permitieron ponerse en contacto con una realidad distinta a la venezolana, donde se practicaba un modelo liberal propuesto desde el utilitarismo anglosajón y el positivismo francés, teorías que le dieron un sustento sobre una moralidad intelectual. Así como con los cuestionamientos que se le hacían a partir de una conciencia de clase, que través de protestas populares le pedían su reformulación hacia la imposición de un voto universal o su sustitución por uno marxista que aplicara la dictadura del proletariado.

Aquella experiencia política europea la intentará capitalizar el general Eleazar López Contreras cuando lo llamó a formar parte de su gobierno. El nuevo mandatario asumía las riendas del país en medio de la movilización social que se generó a la muerte de Juan Vicente Gómez en diciembre 1935, y que se forjó al calor de la creación de los partidos políticos que se fundaron a partir del movimiento de la «Generación del 28», quienes pedían la implementación del voto universal, secreto y directo para la elección de los gobernantes, y de las protestas populares que brotaron al conocerse la defunción de Gómez, de las cuales la más representativa fue la marcha del 14 de febrero de 1936 en la ciudad de Caracas, reformular el sistema de gobierno dictatorial que se impuso con la creación de la Fuerza Armada Nacional como un músculo con la suficiente calificación profesional para mantener en el poder (Olivar, 2011).

López Contreras abogaba por «el orden y la paz» como «normas inquebrantables» de su gobierno (1935, p. 20). De allí que la figura de Escalante, quien fuera nombrado como Ministro de Relaciones Interiores, tomara mayor relevancia. Rol desde donde propuso la elaboración de un plan de gobierno y no de un sistema, que asegurara una política de cordura y libertades antes que el uso de las armas, pero con la salvedad de integrar a los venezolanos al goce efectivo de las libertades consignadas en la Carta Fundamental, siempre y cuando se haga digno de ellas y cuide también por sí mismo de su guardia (Primera, op.cit). Pensamiento que está inmerso dentro del Plan de Febrero de 1936, donde si bien se condicionó la obtención de derechos ciudadanos al mejoramiento de la raza y el bienestar social, funcionó como un mecanismo de concertación entre el gobierno y los diferentes sectores de la sociedad venezolana.

Esa percepción de Escalante le trajo como secuelas grandes presiones por parte del gomecismo más conservador. Hecho que lo llevó a solicitar ser relevado de su cargo, siendo nombrado Secretario de la Presidencia de la República, puesto del que pidió ser trasferido al servicio exterior, designándosele como Embajador en los Estados Unidos. Sus funciones dentro de dicha embajada van a coincidir con la II Guerra Mundial y la intensión de los EE.UU de promover a la democracia como fórmula contraria al nacionalismo enfermizo y opresor que habían encaminado al planeta hacia la confrontación bélica (Caballero, 2007b).

Al culminar el período presidencial de López Contreras en 1941, este pensó en proponer a Escalante como su candidato a la primera magistratura, pero la presión militar gomera lo hace desistir de tal idea y se decanta por el general Isaías Medina Angarita. Quien en 1945, en una realidad donde existía una mayor organización de las protestas populares para el establecimiento del voto universal, secreto y directo, lo presentó junto al principal partido político opositor Acción Democrática, como un candidato de consenso. Su figura representaba para el medinismo una continuidad de las políticas inmersas en el Plan de Febrero, mientras que para los del partido blanco era una oportunidad de reformar el sistema electoral a corto plazo.

La candidatura de consenso no fue aceptada por Escalante en un primer momento, debido a que un examen de salud le hacía pensar que su cuerpo no estaba preparado para las más de dieciséis horas de trabajo frecuentes que exigía ser el Presidente de Venezuela, aunado a las presiones para el cambio a corto o mediano plazo del sistema electoral censitario que recibiría por parte de los partidos políticos. Negativa que depuso tras conversar con diferentes actores de la política venezolana. Sin embargo, debe finalmente renunciar el 3 de septiembre de 1945 a la candidatura presidencial, al presentarse por primera vez de manera pública los efectos alucinógenos de la arteriosclerosis que padecía, la cual lo distanció de la vida política nacional.



Fuentes

Carrera Damas, G (2013). El Bolivarianismo - militarismo, una ideología de reemplazo. Caracas: Editorial Alfa.

Caballero, M (2007a). Gómez, el tirano liberal. Caracas: Alfadil ediciones.

Caballero, M (2007b). Contra la abolición de la historia. Caracas: Alfadil ediciones.

Irwin, D. (2000). Relaciones civiles - militares en el siglo XX. Caracas: El Centauro.

Olivar, J. (2011). Prolegómenos de una dictadura militar y su filosofía del poder (1948-1958). Mirador Latinoamericano, 52, pp.113-137.

Primera, M. (2007). Diógenes Escalante. Caracas: El Nacional.

Vallenilla Lanz, L (1991) Cesarismo democrático. Caracas: Monte Ávila Editores.

López Contreras, E. (1935, Diciembre 18) Alocución del encargado de la presidencia de la República de Venezuela a los Venezolanos. El Heraldo. En Rivas, J. (Compilador). El Gobierno de López Contreras N°1: Historia gráfica de Venezuela. Caracas, Centro Editor.  





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