Puntofijo: La naturaleza de un pacto

31.10.2021

Luis Fernando Castillo Herrera



Ha corrido mucha agua bajo el puente desde el 31 de octubre de 1958. Se trata del pacto Puntofijo acordado tras la caída del régimen militar de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, resultante de la coalición entre las organizaciones políticas mejor organizadas para el momento, éste buscaba establecer un escenario democrático con las capacidades y defensas suficientes para luchar contra una probable arremetida pretoriana:

Los partidos Acción Democrática, Social Cristiano Copei y Unión Republicana Democrática, previa detenida y ponderada consideración de todos los elementos que integran la realidad histórica nacional y la problemática electoral del país, y ante la responsabilidad de orientar la opinión pública para la consolidación de los principios democráticos, han llegado a un pleno acuerdo de unidad y cooperación...[1]

Este «acuerdo de unidad y cooperación...» ha sufrido diversas interpretaciones (y malas interpretaciones), las observaciones más espinosas se han esgrimido en los últimos veinte años, donde se califica como un pacto entre fuerzas oligárquicas que repartieron el poder de forma antidemocrática, ante esos calificativos el historiador Naudy Suárez Figueroa destaca el desconocimiento y ausencia de lectura del documento por parte de los detractores del pacto:

...cuando yo oía al difunto presidente Chávez hablar de este asunto, me daba cuenta que él nunca se había leído el documento relativo al Pacto de Punto Fijo, y eso que dicho documento es, sumamente, legible desde el punto de vista de su tamaño. Es decir, el texto del Pacto de Punto Fijo no debe constar más de cinco o seis páginas. No estamos frente a la Enciclopedia Británica.[2]

El finado presidente Hugo Chávez en su momento llegó a describir el acuerdo como el inicio de fraudes y corrupciones, incluyendo los procesos electorales y la elección de cargos públicos:

El adeco, el copeyano, el llamado Consejo Supremo Electoral todo era adeco y copeyano, el Pacto de Punto Fijo. Ellos abrían la caja y sacaban la tarjeta, era voto por tarjetas. Aquí estaba una, entonces iba alguien anotando en una pizarra, y ellos anotando en el acta que mataba los votos: AD, Copei, AD, Copei (...) En el Congreso los diputados eran puestos por los grandes medios de comunicación, tenían su cuota allí. Fedecámaras y los grandes sectores privados metían diputados y senadores. Era el reparto del poder, el Pacto de Punto Fijo.[3]

En realidad, el documento consta de cinco puntos medulares acordados y firmados por los líderes de los partidos Acción Democrática, Comité de Organización Político Electoral Independiente y Unión Republicana Democrática. En el tercer punto encontramos el eje central del acuerdo; «defensa de la constitución y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral», «gobierno de unidad nacional» y «programa mínimo de gobierno». Esos tres aspectos responden al complejo contexto vivido en Venezuela entre 1948 y 1958 momento en el cual Rómulo Gallegos es desplazo violentamente a través de un golpe de Estado por un grupo de militares que más tarde ungirían a Pérez Jiménez como Presidente de la República.

El pacto Puntofijo buscaba en primer término crear una fuerza política sólida y cohesionada que permitiera la existencia de la democracia y la decidida resistencia frente a los intentos por reestablecer un régimen militar:

[La] intervención de la Fuerza contra las autoridades surgidas de las votaciones es delito contra la patria. Todas las organizaciones políticas están obligadas a actuar en defensa de las autoridades constitucionales en caso de intentarse o producirse un golpe de Estado, aun cuando durante el transcurso de los cinco años las circunstancias de la autonomía que se reservan dichas organizaciones hayan podido colocar a cualquiera de ellas en la oposición legal y democrática al Gobierno. Se declara el cumplimiento de un deber patriótico la resistencia permanente contra cualquier situación de fuerza que pudiese surgir de un hecho subversivo y su colaboración con ella también como delito de lesa patria.[4]

De manera que, el máximo temor lo representaba el eventual retorno de los militares pretorianos, es decir; no existían riesgos de violencia política, el esfuerzo se concentraba en la construcción de un sólido aparato democrático y para ello, el acuerdo centra sus aspiraciones en un gobierno de unidad nacional:

...el gobierno de Unidad Nacional es el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una oposición sistemática que debilitaría el movimiento democrático. Se deja claramente sentado que ninguna de las organizaciones signatarias aspira ni acepta hegemonía en el Gabinete Ejecutivo, en el cual deben estar representadas las corrientes políticas nacionales y los sectores independientes del país, mediante una leal selección de capacidades.[5]

Una de las principales acusaciones que ha recibido el pacto Puntofijo (principalmente del ala comunista) es su presunta naturaleza excluyente, donde los partidos (AD y Copei) acordaron repartir el poder y asegurar periodos gubernamentales donde sólo esas organizaciones tuviesen cabida. Por supuesto, ese argumento es absolutamente falso y se desprende radicalmente de los criterios estipulados en el documento. El texto-compromiso es reiterativo con el criterio democrático, expresando en todo momento que:

Cada organización queda en libertad de sustentar su propio candidato presidencial y sus propias planchas para los cuerpos colegiados dentro del concepto de unidad aquí consagrado y en el sentido de que garantice la tolerancia mutua durante la campaña y el cumplimiento de los compromisos generales convenidos en esta declaración cualquiera que sea la candidatura o plancha que obtuviera mayor número de votos.[6]

Finalmente, el documento hace una aclaratoria de gran relevancia para entender el concepto y objetivo del mismo:

...este acuerdo no fija principio o condición contrarios al derecho de las otras organizaciones existentes en el país, y su leal cumplimiento no limita ni condiciona el natural ejercicio por ellas de cuantas facultades pueden y quieren poner al servicio de las altas finalidades perseguidas, se invita a todos los organismos democráticos a respaldar, sin prejuicio de sus concepciones específicas, el esfuerzo comprometido en pro de la celebración del proceso electoral en un clima que demuestre la aptitud de Venezuela para la práctica ordenada y pacífica de la democracia.

En el documento no se encuentran elementos que demuestren un pacto de exclusividad gubernativa, se trata más bien de un pacto de preservación del ambiente democrático en medio de un clima turbio con altas posibilidades de pronunciamientos militares. Las grandes confusiones y polémicas se han tejido en torno a la dinámica política posterior, donde Copei y Acción Democrática coparon el paisaje electoral generando el fenómeno del bipartidismo, empero, ese particular desenvolvimiento no responde directamente a la naturaleza del pacto firmado el 31 de octubre de 1958 en casa del líder socialcristiano Rafael Caldera.

No se trata de un pacto que aspira la frívola conservación del poder, sino la construcción de un clima favorable que permita el más saludable desempeño político, es decir, el escenario idóneo para una transición que no podría ser efectiva si los diferentes actores que aspiran al cambio de rumbo no actúan de forma cohesionada.



Fuentes:

[1] Naudy Suárez Figueroa (comp.), Rómulo Betancourt: selección de escritos políticos 1929-1981, Caracas: Fundación Rómulo Betancourt, 2006, p. 301.

[2] Naudy Suárez Figueroa, «El pacto de Punto Fijo fracasó porque no tuvo reemplazo», en Noticierodigital.com, 30 de octubre 2013, [citado el 15 de junio 2018] disponible en: https://www.noticierodigital.com/2013/10/naudy-suarez-el-pacto-de-punto-fijo-fracaso-porque-no-tuvo-reemplazo/

[3] Orlanod Oramas León y Jorge Legañoa Alonso (comp.) Cuentos del arañero. Hugo Chávez Fría, Caracas: Vadell Hermanos Editores, 2012, pp. 19-24.

[4]Naudy Suárez Figueroa (comp.), op. cit., p. 302.

[6] Naudy Suárez Figueroa (comp.), pp. 303-304.



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