Tarcila Briceño, cuando la historia toca la puerta

10.04.2020

Por: Luis Fernando Castillo Herrera



Tarcila Briceño, Profesora Titular jubilada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador - Instituto Pedagógico de Caracas. Autora de varias obras y artículos en revistas académicas. Entre sus libros destaca: "La ganadería en los llanos centro-occidentales venezolanos (1910-1935)"; "Comercio por los ríos Orinoco y Apure. Segunda mitad del siglo XIX"; "Retratos de Familia" que la acreditan como una de las principales voces en el estudio  de la Historia Regional.

"Estoy llegando al Pedagógico", me anunciaba vía telefónica la profesora Tarcila. Era una fresca mañana y curiosamente nuestra reunión quedó pautada un 5 de diciembre, día del profesor universitario. Luego de bajar por las escaleras desde el piso ocho, me encontré con nuestra invitada en el Departamento de Geografía e Historia, en sus manos guardaba celosamente un pequeño libro de su autoría, "retratos de familia", un hermoso relato que nos hace viajar a la encumbrada región andina venezolana, con ese obsequio iniciaría una muy amena conversación.

Bajo la mirada expectante de Pablo Vila, inmortalizado en una fotografía que reposa en la pared, Tarcila Briceño empezaría evocando el momento cuando se incorporaba como personal docente en el Instituto Pedagógico de Caracas: "Yo ingresé al Pedagógico en el año de 1975, pero me había graduado en 1964, ya había trabajado en educación media. En los últimos años de los sesenta realicé un postgrado en Historia Medieval en Italia, allí me empapé de los nuevos enfoques y visiones en la investigación histórica. Al regresar a Venezuela se presenta una vacante en el departamento y es allí cuando me incorporo como personal docente en Historia Universal", con jocosidad recuerda como en sus primeros días en Italia le causaba rubor cuando la casera le decía que era una ¡brava ragazza!

Para ella, iniciar como docente activa en el Pedagógico de Caracas no era tarea sencilla, sin duda tenía una gran responsabilidad, la juventud que siempre es vista con suspicacia en el medio académico le imprimía mayor ansiedad al reto que se presentaba ante sus ojos: "Aquella época es muy particular, fundamentalmente porque ingresamos muy jóvenes y veníamos a ocupar el espacio de grandes y notables profesores con una vasta carrera en la docencia y la investigación, algo muy similar al momento que ustedes están viviendo hoy. En ese escenario, inevitablemente nos tocaría a nosotros cumplir responsabilidades que en otro momento hubiesen venido mucho más tarde, precisamente por el cambio generacional que vivía el departamento de Geografía e Historia".

La historia tocó las puertas y Tarcila no sólo dejó que entrara, sino que no permitió que nunca saliera de su vida. Ya instalada como una de las profesoras de la universidad le tocaría vivir momentos realmente significativos. La fundación del Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry sería uno de ellos: "Aquella fue una época que podemos catalogar como pre-internet, eso es un elemento bastante importante que explica muchas de las cosas que tuvimos que hacer para levantar un espacio para la creación intelectual. El Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry, fue impulsado inicialmente por la profesora Floraligia Jiménez de Arcondo, quien había vivido un tiempo en Madrid y trajo aquella maravillosa idea de formar un centro dedicado a la investigación histórica. Después de superar toda la épica administrativa, en diciembre de 1976 el Centro quedaba oficialmente establecido. La profesora Floraligia conoció personalmente a Mario Briceño Iragorry y propuso que aquel nombre constituyera el epónimo del nuevo organismo, la idea fue aceptada de forma unánime".

Ya en 1983, aquella joven que había regresado de Europa con ilusiones e ideas, era una investigadora consagrada, y el Centro de Investigaciones se encontraba bajo su coordinación. El momento había llegado, ella y los demás miembros del centro pensaban seriamente en la necesidad de crear un medio para divulgar los proyectos de investigación: "Inicialmente rondaba el nombre Res gestae para bautizar la revista, no obstante, se impondrían casi naturalmente las dos categorías que describen perfectamente al Departamento de Geografía e Historia, el tiempo y el espacio". De esa manera, nacía una de las publicaciones más icónicas del medio académico nacional, Tiempo y Espacio, que en la actualidad ya supera las 70 ediciones.

"En el ámbito nacional la revista tuvo una receptividad bastante significativa, fundamentalmente luego de rebasar nuestros primeros seis números, normalmente las revistas no solían superar su tercera edición a causa de diversos problemas. Fuera de nuestras fronteras recibimos felicitaciones desde México por parte de Silvio Zavala, cartas de Ruggiero Romano, y aunque no era un historiador, desde España Antonio Gala Velasco también nos felicitó. Muchas personas colaboraron con nosotros, Frédérique Langue, Miguel Izard, Demetrio Ramos, entre otros", nos comentaba con un especial brillo en sus ojos.

Pese a las múltiples adversidades que nuestras universidades padecen en la actualidad, la historiadora y profesora universitaria considera que hay condiciones y talento humano para mantener vivo el legado: "la revista se encuentra en una etapa de plena y sana madurez, supera cabalmente los cincuenta números editados, se posiciona en las redes y diferentes índices internacionales, en este sentido y teniendo como factores positivos los relevos necesarios, considero que la revista podrá sostenerse en el tiempo y el espacio. Sus primeros años fueron de verdadera complejidad y precariedad, fue una época palúdica, ahora posee los anticuerpos necesarios para continuar el andar iniciado en la década de los ochenta. Al mismo tiempo el centro posee las bases necesarias para sostenerse y seguir generando investigación. Recordamos como en un inicio había incertidumbres, sin embargo, logramos conseguir apoyo de la Universidad, de la Academia Nacional de la Historia, de la Biblioteca Nacional, ese tipo de cosas nos afirman que no es imposible seguir creciendo". Las palabras emotivas de quien ve con emoción la juventud que se abre paso desde aquella universidad que le permitió crecer académicamente imprime una especial emoción.

El fuego sagrado ha sido trasmitido y una nueva generación tiene la responsabilidad de sostener lo construido con tanto esfuerzo en el pasado. Probablemente, el deterioro de la universidad llena de tristeza a quien vivió épocas menos opacas, pero sin duda, entiende que la esencia de cada institución académica va más de su planta física.   

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